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Cultura

Padre Osvaldo Fernández de Castro y reapertura de la Iglesia de La Veracruz: “Empieza a ganar la luz sobre la oscuridad”

Padre Osvaldo Fernández de Castro y reapertura de la Iglesia de La Veracruz: “Empieza a ganar la luz sobre la oscuridad”

Cuando asumió como párroco de ésta y otras tres iglesias del centro de Santiago, el pasado 1 de marzo, se sorprendió al constatar que pese a los evidentes estragos que sufrió la Iglesia de la Veracruz, quemada durante el estallido social, no había daños estructurales. La decisión fue abrirla inmediatamente para volver a conectar con la comunidad y con el barrio, mientras avanza un proyecto para convertir a este sitio de alto valor patrimonial en un nuevo centro cultural con salas de exposición y una programación que incluya conciertos y eventos. “Es una forma nueva de entender la Iglesia en la ciudad: abarcar temáticas y conectar”, afirma.

Por: Sofía García-Huidobro - Retrato: Verónica Ortiz | Publicado: Viernes 7 de junio de 2024 a las 13:28
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A las 20 horas del 12 de noviembre de 2019, durante una de las tardes más álgidas de manifestaciones del estallido social, un sujeto encapuchado lanzó un líquido acelerante a la puerta de la Iglesia de la Veracruz, en la calle José Victorino Lastarria, y encendió fuego. Las imágenes que muestran cómo la iglesia ardía hacen pensar que su destrucción sería total. Se quemó un órgano, los cuadros, la puerta, las bancas, pero el daño no alcanzó a ser estructural.

Calcinada, su fachada se convirtió en una especie de altar pagano con frases e imágenes propias del ahora denominado “octubrismo”, y luego, con el paso de los meses, la pandemia y la progresiva calma, una plancha metálica se instaló donde estaba la puerta y sus muros se pintaron nuevamente color burdeo. Las liturgias transcurrieron, discretamente, en un salón contiguo, donde se exhibe además una serie de imágenes del atentado incendiario.

“Llegamos con el padre Jaime (Tocornal) como nuevos párrocos, y dijimos: ‘Esto hay que abrirlo para que la gente experimente lo que uno siente en este espacio, es algo muy emocionante’”, dice el sacerdote Osvaldo Fernández de Castro (50) la tarde del miércoles al ingresar a la incendiada iglesia. Los muros totalmente oscurecidos por el hollín y el olor a quemado efectivamente causan una fuerte impresión. Pero al instante empiezan a aparecer todos los detalles que no se quemaron; los confesionarios, una virgen, el altar, algunas ventanas con vitreaux, casi intactos.

El 1 de marzo pasado Fernández de Castro y Tocornal, ambos sacerdotes diocesanos, fueron nombrados párrocos de cuatro iglesias ubicadas en esta zona céntrica de la ciudad. Además de la Veracruz, están a cargo de la Parroquia de la Asunción, ubicada en Vicuña Mackenna con Marcoleta -también incendiada en noviembre de 2019-, la Iglesia de los Santos Ángeles Custodios y La Epifanía, una pequeña iglesia roja ubicada en Bellavista. 

“La primera semana pusimos nuevos focos y con eso decidimos que ya se podía celebrar misa acá dentro. Luego nos dimos cuenta de que los parlantes originales, sorpresivamente, todavía suenan. No me preguntes cómo, porque mira, están quemados, pero suenan. La iglesia está menos dañada de lo que parece, no hay daño estructural. Hasta las columnas que sostienen el altillo del coro, están negras, chamuscadas, pero en buen estado”, va mostrando el párroco. 

Desde entonces han celebrado misa todos los domingos. La segunda vez que abrieron las puertas a los feligreses, cuenta el Padre Osvaldo, fue el sábado de Semana Santa, el 30 de marzo.

“El Sábado Santo hicimos una vigilia a las 22:00 horas, con un coro grande. La iglesia estaba oscura, sólo encendido el cirio pascual. Luego la gente comenzó a prender sus velitas, y te das cuenta de que empieza a ganar la luz sobre la oscuridad. Eso es lo que queremos que sea la Iglesia, que la luz de Cristo venza a la oscuridad que a veces hay en el corazón humano. Fue lo más lindo que hay y terminamos a las 00:00 de la noche. Entraba gente que escuchó la música y me decían: ‘Yo vivo al frente, me había tocado siempre cerrado este lugar’, ‘Oiga, yo soy experta lumínica y quisiera ayudar’, ´Soy pintor, estaba pintando un Sagrado Corazón y me doy cuenta de que era para este lugar’. Empieza a tener vida de a poquitito, y la gente se reúne nuevamente en torno a la iglesia, eso es muy significativo porque la comunidad está súper herida. Hay que reconstruir, y eso lo vamos a hacer. Pero descubrimos que, si abríamos la misa así tal cual, la comunidad iba a enganchar. Desde que abrimos la iglesia ha estado repleta. Los feligreses no pueden creer volver a verla llena”, comparte el sacerdote que celebra misa ahí todos los miércoles a las 18:00 y los domingos a las 12:30. 

Añade: “Aquí hay muchos sentimientos encontrados. Y mucha pena porque la parroquia cumple un rol muy significativo en el barrio. Este es un lugar de artistas principalmente, de cultura. El año pasado se intentó hacer un concierto aquí y lo pararon desde la Municipalidad porque había problemas de acceso. De eso se pierde también la comunidad. Pero este año ya hemos podido hacer un par de conciertos y empieza a tener vida nuevamente”. Para la celebración de los Días del Patrimonio, agrega, unas 5.000 personas entraron a visitar la Veracruz. 


Historia y reconciliación

El mismo sacerdote se instala en la puerta de la iglesia, “revestido de cura”, cuenta, y va invitando a quienes pasan por afuera a asomarse. “La gente entra y se impacta. Es que es impactante. Lo que se produce es tan fuerte que vamos a dejarla así, al menos por un tiempo. Es un lugar de reflexión, de emociones, de memoria. El proyecto total contempla sus arreglos, pero será en una última etapa”, dice Fernández de Castro. 

Se refiere al proyecto que vienen desarrollando hace tres años los arquitectos Cristián Sáez y Ximena Joannon. Recurre a la historia para explicar la relevancia patrimonial que tiene esta construcción declarada Monumento Nacional en 1983. En este terreno, señala, se instaló Pedro de Valdivia cuando llegó al valle de Santiago, protegido por el Cerro Santa Lucía (Huelén).

“La ciudad empezó aquí. Tiene un inmenso valor histórico. Después, en el siglo XIX, con la Independencia de Chile, para recomponer las relaciones con España, el Congreso chileno decide adquirir un sitio para hacer un monumento para la reconciliación. Compró este terreno y se construyó esta capilla en 1854. Esto originalmente era la Iglesia de la Reconciliación, imagínate lo simbólico. Más adelante se convirtió en la Parroquia de la Veracruz y se trajeron unas reliquias de la Cruz de Cristo, que actualmente están guardadas en el Arzobispado. La historia es muy significativa y hay que volver a darle un espacio que esté vinculado con reconciliación, lo necesitamos”.

A inicios de este año Fernández de Castro también fue nombrado Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad de Chile. Su oficina está en Casa Central, a pocos metros de la Veracruz, y aunque sus labores de párroco transcurren en paralelo con sus responsabilidades en la casa de estudios, le hace sentido que se estreche un vínculo entre ambas entidades.

“Yo he hablado con la Universidad para que la parroquia sea también una extensión, un poco más allá está el MAVI UC, y el Duoc UC acaba de comprarse un edificio al frente. Podría armarse un eje cultural conectado con la PUC”, propone. “El sueño es arreglar todas las habitaciones que forman parte de esta propiedad y convertir parte de ellas en tres salas de exposición: una con la historia del edificio, otra me encantaría que funcione como espacio de exposición para los artistas del barrio, y una tercera de arte religioso que esté vinculada con la Universidad Católica”. 

Su idea es que la cultura empiece a empapar el lugar y que se integre al barrio que describe como entretenido, diverso y lleno de vida. “Este centro cultural es bien importante. Hay una idea que hemos conversado en el Arzobispado para que esta se convierta en una parroquia de la cultura. Hay otras parroquias que van a ser dedicadas a la familia, a los jóvenes, a la naturaleza, según dónde estén. Es una forma nueva de entender la Iglesia en la ciudad: abarcar temáticas y conectar. Lo propio de este barrio tiene que ver con la cultura, entonces, que la Iglesia potencie eso, con exposiciones, lanzamientos de libros, conciertos… Se me acercan a la salida de misa y me dicen ‘Padre, yo quiero hacer un concierto, tengo un trio de guitarras’. Les digo a todos que sí (ríe) y vamos fijando fechas. Es súper abierto en ese sentido”.


El desafío restauración 

Desde la nave central de la iglesia incendiada, el sacerdote se mueve hacia una sala parroquial donde hay una maqueta y los planos de la oficina Sáez Joannon. Ahí indica todos los espacios que conforman el terreno total y que abarcan hasta la calle Padre Luis de Valdivia. Luego invita a recorrer un verdadero laberinto de salones, salas de estar y comedores, conectados por pasillos estrechos, que hacen pensar en una antigua casa de campo más que en una construcción en pleno centro de Santiago.

Al llegar a la zona posterior al altar, explica que por ahí se conectará con un restaurant que se ubica al otro costado del acceso. Aprovecha de mostrar una figura de la Virgen María que les llegó de regalo la semana pasada y que data del siglo XVII. 

Las obras, que el párroco espera se pongan en marcha lo antes posible, contemplan además la reconstrucción de un gran patio central. “Es súper lindo el proyecto de restauración”, afirma. Enfatiza que se trata de un acabado trabajo de investigación. En un muro se ven marcadas las distintas capas que delatan las épocas transcurridas. Como es monumento, todo hay que removerlo con pinzas, literalmente.

“En un momento pensé dejar el ladrillo original a la vista, arquitectura desnuda, pero eso requiere un tratamiento especial que es complejo”, menciona. En la entrada de la iglesia, cuenta, le gustaría poner una mampara de vidrio que permita mantener las puertas de madera abiertas, incluso de noche, de manera que su interior pueda verse en todo momento.

Mientras el sacerdote muestra cada rincón del lugar van llegando algunos vecinos para la misa de las 18 horas, y Alex, sacristán de la parroquia hace 20 años, prepara la sala para un velatorio. Osvaldo menciona que a Alex le tocó estar al momento del incendio y también durante varios intentos de saqueo que tuvieron lugar a lo largo de meses, intentando proteger la iglesia en conjunto con algunos vecinos. 

¿Se sienten más protegidos?
- El ambiente hoy día es otro y la gente obviamente cuida lo suyo. El problema nunca han sido los vecinos.
- Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo interpreta que los manifestantes del estallido se hayan ensañado con las iglesias?
- Se ensañaron contra todo lo que significan las instituciones, el poder. Es la crisis que hemos estado viviendo, y la Iglesia es imagen de eso para muchas personas porque en ocasiones ha estado vinculada con el mundo del poder. Creo que de ahí viene esta reacción anti-Iglesia. No es un tema contra Dios, sino contra la autoridad, el poder, el abuso eclesial; ése fue el contexto del ensañamiento. 


MÁS

Antes de asumir su cargo como Vice Gran Canciller en la PUC y actual párroco de cuatro parroquias céntricas, Osvaldo Fernández de Castro estudió dos años Física en la Universidad de Chile. En 1994 entró al Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Se ordenó sacerdote en 2002, cursó un Magister en Dogmática en la PUC y en 2006 se fue a vivir a Barcelona para estudiar un Doctorado en Teología con mención en Liturgia en la Facultad de Teología de Cataluña.

Se ha desempeñado como profesor de la Facultad de Teología de la UC, del Seminario Pontificio Mayor de Santiago y de la Escuela del Diaconado. Actualmente, además es Director del Departamento de Liturgia de Santiago y de la Comisión Nacional de Liturgia.

De vuelta en Chile asumió como párroco de la iglesia San Juan Apóstol de Vitacura entre 2010 y 2018, y luego se desempeñó como párroco de Santa Teresa de Los Andes de Lo Barnechea hasta marzo de este año. Ahí organizó misas multitudinarias de hasta 8.000 personas y alcanzó gran popularidad entre los feligreses, muchos de los cuales aún lamentan su partida.
- ¿Se ha sentido bienvenido aquí? Es un ambiente distinto.
- Feliz. La gente es cariñosa, encantadora, estoy feliz. Uno está trabajando por el lugar y eso la gente lo valora. No te ponen problema.

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